¿Qué hay detrás del amor?
El cine como responsable de nuestro imaginario amoroso nos debe una respuesta.
Nosotras ya tenemos las cabritas, ahora les toca a ustedes... PLAY
MIL GRACIAS POR SUS RESPUESTAS LOS GANADORES SON:... PILI ESPAÑA: Yo amo las películas románticas por que me hubiera gustado tener un amor así de película. Algo mágico como el amor de bella y edward. Increíble como el de me enamore de una sirena. O que tal el amor de los cuentos de mis popeer que solo con las miradas y cojidas de manos se enamoraron profundamente sus padres se opusieron pero ella se enfrento a ellos por amor pero el final el muere. Un amor moderno como el de De amor y otras adicciones pero siempre al final triunfa el amor verdadero. Hay! Quien no quisiera vivir una historia de estas, hay actores tan maravillosos o tienen la capacidad para hacer que se transporte a ese set me hacen sentir la historia como si yo la estuviera viviendo. Creo que lo que más megusta es cuando dicen se casaron y vivieron felices para siempre. Kawtcho Chile: "y recordé aquel viejo chiste. Aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina. Y el doctor responde: ¿pues por qué no lo mete en un manicomio? y el tipo le dice: lo haría, pero necesito los huevos." Pues eso es más o menos lo que pienso sobre las "películas románticas", ¿sabe? son totalmente irracionales, locas y absurdas; pero supongo que continuamos "viéndolas" porque la mayoría necesitamos los huevos. Además "siempre se está intentando que las cosas salgan perfectas en el arte, porque conseguirlo en la vida es realmente difícil.” Frases modificadas de Woody Allen, desde una de las películas más románticas, para mi gusto, que he visto.
Honestamente
no sé cómo empezar a escribir sobre Reality
Bites, temo caer en clichés generacionales y corromper la sinceridad que
proponen sus personajes, ¿será qué todos nuestros intentos por escapar terminan
llevándonos a lugares comunes? Supongo que no puedo evitar caer en ese espacio,
porque incluso decir “no, gracias” a cualquier enumeración odiosa sobre lo que
queremos evitar, es asumir que pertenecemos a un grupo, a ese que está
eternamente cabreado de las imposiciones, las que se meten debajo de tu blusa
como una plaga, para terminar convirtiéndote en rebeldes con zapatillas
converse o lentes tipo Elvis Costello.
Confieso,
que también me vi tentada a dar todo un discurso sobre la Generación X, pero
sería absurdo, nací el 85 y sólo tenía una decena de años cuando la película se
estrenó. No soy de la Generación X, pero eso no quiere decir que la música no
haya marcado parte de mi vida, que no tenga un grupo de amigos, que no esté
luchando contra toda esa amalgama llamada realidad y por sobre todo, que no
quiera huir de la mala herencia de todas las generaciones anteriores.
No
necesito discursearlos, ni decir que odio esto y lo otro, porque en la lucha
por pertenecer todos nos unimos de manera extraña. Y así fue como me hice de un
grupo de amigos, que a pesar de sus diferencias festejan conmigo las fiestas
más inventadas de todas, porque una simple conversación entre nosotros
pareciera salvarnos de nuestras más o menos mediocres vidas. Es por eso que
esta vez no hablaré de amor, ni de cómo perdí a uno de mis amigos por culpa del
sexo, ni de cómo me enamoré gracias a una canción, ni de cuando me dedicaron
una; sino que hablaré de ellos, los que batallan conmigo el día a día, con
quienes construyo el más realista de los poemas, el que ha impedido que sucumba
y evitado que caiga en la más nihilista y vanidosa autocomplacencia.
Mis
amigos. Los que soñamos con vivir juntos en el mismo edificio, y al hacerlo estuvimos
a punto de sacarnos los ojos, sin que eso evitara que Viollier 59 se
convirtiera en el refugio de nuestras desventuras. Una cerveza, un beso en
medio de las escaleras, portazos, vidrios rotos, otra cerveza, palabras y más
palabras, silencios con el televisor encendido, Radiohead, Arcade Fire, David
Bowie, Blur, incluso Teleradio Donoso. Fight club, Tarantino, guiones a medio
hacer, novelas inconclusas, Bolaño,
Rayuela, En el camino, todos
nosotros en el camino. Esos son mis amigos, los que se besan cuando se apaga la
luz, los que pelean con la luz encendida, los que me toman de la mano cuando
una gota se asoma en mi pupila. El sur, el centro, la nostalgia, la impotencia,
buses, micros y otros. Finalmente, dibujos y un blog. Y heme aquí, escribiendo
para ellos y con ellos, porque cada letra les pertenece, porque he robado sus
historias, porque han platicado sobre las mías.
En
Reality Bites, todo termina con un
beso en el sofá, un beso que culmina por sincerar a todos sus personajes. En
esta columna yo no beso a nadie, pero sí intento ser honesta, bajar las
expectativas, susurrar mi nombre, y encontrar – me más allá de ese rincón donde
se encuentra mi sofá, mi beso, mi corazón.
Título original: Reality Bites
Año:1994
Duración:99 min.
País: Estados Unidos Estados Unidos
Director: Ben
Stiller
Guion: Helen
Childress
Música: Karl Wallinger
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Reparto: Winona
Ryder, Ethan Hawke, Janeane Garofalo, Ben Stiller,
Steve Zahn, Swoosie Kurtz, Harry
O'Reilly, Susan Norfleet, Joe Don Baker, Renée Zellweger, James Rothenberg, John Mahoney,
David Spade
Productora: Universal Pictures
Género: Drama. Comedia. Romance | Amistad
Sinopsis :Lelaina Pierce (Winona Ryder),
ayudante de producción en un programa matinal de televisión, sueña con ser
directora de cine. Mientras llega su gran oportunidad rueda un vídeo de sus
amigos en los que estos hablan de su realidad cotidiana, sus ambiciones y su
falta de expectativas. Entre tanto, debe elegir entre dos amores, un yuppie y
su leal amigo Troy. Drama generacional de joven y conocido reparto que se
promocionó como la película de la "generación X". (FILMAFFINITY)
Querer
estar un piso más arriba es algo a lo que todos aspiramos. Elevarnos en
cualquier materia con la intención de ser visto por alguien, por otro que nos
haga sentir que incluso esa cúspide no vale la pena. Todos queremos estar un piso
más arriba. Ahora bien, cómo se llega a él, puede ser un asunto complicado.
The Apartment, de Billy Wilder (1960), muestra el trayecto
a ese ascenso, a través de la figura de C.C Baxter (Jack Lemmon), un joven
solitario, quien incapaz de negarse a nada, facilita su departamento a sus
superiores para que puedan llevar al lugar a las mujeres que se les antoje. De
esta manera, Baxter busca conseguir un mejor puesto, para así, darle la
oportunidad a una vida que ha postergado. En este camino, se encuentra con Fran
(Shirley MacLaine), la ascensorista del edificio, de quien se enamora. Sin
embargo, ella mantiene sentimientos por otro, Jeff(Frederick MacMurray), uno de
los jefes de Baxter, que utiliza el departamento del joven para engañar a la
noble Fran. De esta manera, Baxter se ve enfrentado a una encrucijada, aceptar
el ascenso a costa de su dignidad o recuperarla asumiendo la pérdida de su
trabajo.
Baxter
es un fiel ejemplo, de las trampas que nos pone la vida moderna, la que nos
hace creer que cómo asumimos nuestros objetivos careciera de importancia. Sin embargo, la historia nos ha mostrado, que el recorrido ciego a ese lugar de valoración, puede
llegar a sumergir al individuo en la más absoluta soledad. Es que la manoseada
palabra “éxito” - valor supremo por estos días-, hace creer que no hay tiempo
para tomar otras rutas. La ansiedad se convierte, entonces, en el motor que
mueve al individuo, quien no logra hacerse de su presente, manteniendo todas
sus energías proyectada hacia un futuro que tal vez no llegue.
Así
nos encontramos con dos personajes promedios, que buscan alcanzar un lugar
donde puedan ser respetados, pero que extraviados se han dejado llevar por los
hechos, asumiendo la vida como un sino irrevocable. Fran y Baxter, en este
camino han perdido su semblante, construyéndose desde las
necesidades de otros, en nombre de sus propias necesidades. Y es aquí donde se
me hace necesario aparecer, alzar mi mano, dar un paso al frente, reconocerme en ellos, y acusar mi anterior pasividad, la que me llevó a convertirme alguna vez en amante (si
sólo hubiese visto la película antes, no hubiese llevado rímel esa temporada);
pues creo que son pocos los que no se han encontrado en el lado de Baxter y
Fran. ¿Acaso hay alguien que pueda decir que se ha mantenido intachable en la
vereda del frente? Por lo menos yo no. De alguna manera, me he convertido en
víctima y hacedora de un programa donde la felicidad se manifiesta como un
absurdo espejismo, a la que sólo se puede llegar si nos despojamos de valores
que en un principio creíamos intachables. Culpamos al azar, al destino, a Dios,
sin darnos cuenta que en nosotros se encuentra la posibilidad de eximirnos. Esa
es la lección que nos deja The Apartment,
pues en el momento que Bexter decide negarse a una más de las peticiones de su
jefe, se vuelve dueño de sus propios actos y digno jugador en este tablero que
nos presenta la vida. Así lo asume Fran, quien siguiendo su ejemplo escapa de
los brazos del amante, pidiéndole a Baxter que de su mejor jugada. Porque
cuando decidimos salir de aquel lugar que creímos que era nuestro destino, logramos entrar recién al mundo de las opciones.
Oh! querido Baxter y
Fran, hoy me uno a su equipo, tomo el mazo en mis manos, para comenzar a
repartir las cartas. Ya veremos lo que sucede.
Título original: The Apartment
Año: 1960
Duración: 125 min.
País: Estados Unidos Estados Unidos
Director:
Billy Wilder
Guion:
Billy Wilder, I.A.L. Diamond
Música: Adolph Deutsch
Fotografía: Joseph LaShelle (B&W)
Reparto:
Jack Lemmon, Shirley MacLaine, Fred
MacMurray, Ray Walston, Edie Adams, Jack Kruschen, Joan Shawlee,
Hope Holiday, David Lewis, Naomi Stevens, Johnny Seven, Joyce Jameson, Willard Waterman, David White
Productora:
United Artists / The Mirisch Corporation
Género: Comedia. Romance. Drama | Comedia
dramática
Sinopsis: C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un
modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está
soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus
superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le
sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando
se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de
uno de los jefes que usan su apartamento (Fred MacMurray). (FILMAFFINITY)