martes, 28 de febrero de 2017

LA LA LAND


















Se recomienda leer escuchando City of stars







Para todos los soñadores, tontos sin remedio, 
por los corazones que sufren, por el caos que provocamos.
La La Land





Preparados, música y acción: mi estómago se estremece, mi pie se mueve al ritmo del coro y algo en mí vuelve a creer que hay un punto donde se puede soñar, aunque eso signifique detener el tránsito y pasar sobre él.

Música y acción: todo me parece posible, incluso aquel sentimiento no correspondido o un final para ese amor que nunca dio lugar para el amor. Y emergen los colores que tiñen mis nublados recuerdos de siglo XXI. Entonces comienza la trama, siento el pasado como una brisa de verano.

Música, y escucho a la melodía decir: La - la - land.

La película dirigida por Damien Chazelle, te invita a dar un paso atrás para sumergirte en los viejos tiempos de Hollywood, en las antiguas historias de amor, en la música como vehículo de recuerdos. La anécdota es simple, dos personas en busca de sus sueños ven en la “ciudad de las estrellas” una oportunidad. Estos son Mia (Emma Stone), una barista aspirante a actriz y Sebastian (Ryan Gosling), un músico que anhela abrir un club de jazz. Pero esta historia aparentemente destinada a un happy end se complica, y es en ese momento cuando el guion da un giro para saltarse los clichés y tornarse contemporánea. Pasa de los tradicionales personajes de musicales cuyo gran objetivo es el amor, a individuos que se ven enfrentados a la realidad para reconocer que muchas veces éste no es suficiente. Porque en un mundo donde las ilusiones se tejen a través de resultados profesionales, pareciera no haber espacio para el amor, me refiero al amor pensado a la manera de antaño, a aquel que se percibe como una pulsión que espera y se arriesga. Se trata de ese sentimiento que construye historias, no de aquél que se funda en el estándar, que se erige sobre un suelo común y conservador, un amor publicitario, con número de serie.  

Es por esta razón que La La Land te anuda la garganta o al menos eso consiguió en mí. Pues la obra me llevó a la historia de varios amigos, incluso de un ex algo y de un tío, cuyas rupturas amorosas fueron motivadas por la necesidad de alcanzar el éxito, aunque  esto significase dejar pasar al amor. Porque hoy pareciera que no pudiese existir lo uno y lo otro al mismo tiempo, sino que al vesre, debemos elegir y aparentemente conformarnos con otro tipo de felicidad, que no es aquella que alguna vez nos caló hasta los huesos.

Es triste, profundamentei triste, porque la razón nos ganó la batalla y esa historia loca que alguna vez pareció posible se extinguió. Y me veo en el intento vano de apostar por un amor que de apoco convierte sus letras en un simple tarareo, como un City of stars murmurado por Mia, como aquella mirada que no alcanza palabras. Entonces, observo como "I" se aleja, porque lo nuestro tuvo el peso de una ensoñación, porque las noches de primavera sólo fueron noches de primavera, porque lo que me queda es el recuerdo inventado para construir un presente imposible.

¿Comencemos nuevamente?

Preparados, música y acción: emergen los sueños, se siente en el cuerpo, lo sientes en la piel. La melodía me hace experimentar el peso del tiempo. El ritmo sacude mi cinismo, pienso en Rayuela de Cortázar y digo, ¡Oh! “música, melancólico alimento para lo que vivimos de amor”. Respiro. ¡Oh querida música! cuánto anhelo verte en acción.



Nos vemos próximamente
De amor y cabritas






FICHA TÉCNICA


     Título original: La La Land

·  Año:2016
·  Duración: 127 min.
·  País: Estados Unidos
·  Director: Damien Chazelle
·  Guion: Damien Chazelle
·  Música: Justin Hurwitz
·  Fotografía: Linus Sandgren
·  Reparto: Emma Stone, Ryan Gosling, John Legend, Rosemarie DeWitt, J.K. Simmons, Finn Wittrock, Sonoya Mizuno, Jessica Rothe, Jason Fuchs, Callie Hernandez, Trevor Lissauer, Phillip E. Walker, Hemky Madera, Kaye L. Morris, Lexie Contursi
·  Productora: Summit Entertainment / Gilbert Films / Impostor Pictures / Marc Platt Productions













martes, 21 de febrero de 2017

EL LADO BUENO DE LAS COSAS











Se recomienda leer escuchando:
 Alabama Shakes, always alright


Excelsior



La neurociencia afirma que enamorarse te vuelve un adicto y que el término de una relación produce los mismos síntomas que tendría por ejemplo, un cocainómano al dejar la droga. Si eso es amar, se puede deducir que hacerlo te lleva a perder la razón. De esta manera, cuando las cosas no salen como deseas es posible caer en un limbo completamente contrario al que sentiste cuando comenzaste aquella relación o “no – relación”, o lo que sea que comenzaste. Lo que te encamina inevitablemente a ese manoseado punto llamado terapia. Por mi parte: quetiapina, litio, lamotrigina, topiramato, ravotril, zentius, etc. y más etc., siendo este el precio que he tenido que pagar por esta jodida adicción.

 Una ruptura, el suicidio de mi tío y la carencia de trabajo, fueron los ingredientes perfectos para comenzar un tratamiento siquiátrico. Subí más de diez kilos y nada me hacía mucho sentido, incluso la medicación. No puedo culpar totalmente a mi ruptura amorosa, pero lo cierto, es que lidiar con ella en nada ayudaba. Me era sencillo obsesionarme por cualquier banalidad, en ese estado es fácil caer en muchos lugares que de otra manera no llegarías.

 Los síndromes de abstinencia se hacían cada vez más visibles y para no caer en autocompasiones continuas buscaba la manera de distraerme, escapar, estar sola o casi sola. Sin embargo, a veces me animaba e iba al cine, y en una de esas ocasiones choqué con El lado bueno de las cosas (2012) dirigida por David O. Russell, la que se basa en la novela titulada  The Silver Linings Playbook, de Matthew Quick. La película a grandes rasgos trata de Pat (Bradley Cooper), quien antes del tiempo estipulado por los doctores deja el hospital siquiátrico de Baltimore. El protagonista había sido internado luego de encontrar a su esposa con otro, a quien casi mata. Al salir del centro médico Pat intenta lidiar consigo y la obsesión de volver a encontrarse con su ex -esposa, a quien desea recuperar, motivo por el que se sumerge en lo que llama un proceso de autorecuperación. En este camino se encuentra con Tiffany (Jennifer Lawrence), quien ha sufrido una crisis nerviosa tras la muerte de su esposo, diagnóstico: trastorno límite de personalidad, mientras que el de Pat: bipolaridad. Total general: los dos habían enloquecido por amor, sentimiento que de alguna manera me era entendible a esas alturas.

Al igual que Pat todas las palabrerías que tenía en mi cabeza las intentaba encauzar en cartas en espera de un destino, o como Tiffany pasaba noches buscando con quien acostarme solo para sentir por minutos otra cosa que no fuese la que estaba sintiendo en esos momentos. Nada es tan fácil cuando se está así, incluso leer Adiós a las armas de Hemingway te puede destruir. Por eso los 122 minutos que pasé frente a la pantalla me resultaron de alguna manera esperanzador. Pat y Tiffany se encuentran y pese a cualquier diagnóstico que haría pensar que su relación los llevaría a la destrucción, se sumergen en un entrenamiento de baile que los ayudará a enfocarse y de paso a salvarse.

Ese año la película recibió la tal vez, sobrevalorada nominación a ocho premios Óscares, obteniendo el de mejor actriz, hecho que para un amigo fue completamente exagerado. Sin embargo, pese a su opinión sinceramente creo que, sin tener actuaciones extraordinarias, estas sostienen ese estado de locura latente frente a personajes que siempre están al límite, ofreciendo la naturalidad necesaria para que se acerque a ese contexto el humor. Crítica que incluye a los personajes secundarios que deben sobrellevar sus propios dramas domésticos. Por lo tanto, no se trata sólo de la trama sino de personajes con los que era fácil identificarse. No es que me considerara realmente loca, pero si sabía de cóctel de drogas legales, de crisis de angustias e incomprensión.

Al finalizar el film pensé en la necesidad de un encuentro y no me refiero a nada romántico, sino al simple hecho de estar con otro. Había pasado mucho tiempo ensimismada para recordar esa sensación. Luego, me dije: “Siempre habrá una parte oscura y descuidada de mí, pero me gusta como todas mis partes”, lo que me reconfortó por algunos minutos.

Iba rumiando esas palabras, cuando al salir del cine me encuentro con “U” abrazando a otra chica, tragué saliva y seguí mi camino. Pensé: “el mundo siempre te romperá el corazón, esto está garantizado, y yo no puedo explicarlo, como tampoco la locura que llevo dentro y las que llevan los demás”. Me puse a andar hasta que se terminó el trayecto y se me acabaron las lágrimas, en eso levanto la mirada y divisé en la esquina a un buen amigo, quien venía con una cerveza en la mano a visitarme. Al verme oscura y cabizbaja me abraza y me dice al oído: No olvides: “donde crece el peligro, crece lo que nos salva”. Las palabras son de Hölderlin, pero también de mi amigo y ahora mías, pues ya ha pasado un tiempo desde esa situación y creo poder comprender al menos parte de ese lado de las cosas.




DE AMOR Y CABRITAS
Hasta el próximo martes



 FICHA TÉCNICA

 Título original: Silver Linings Playbook
 Año: 2012
 Duración: 122 min.
 País:  Estados Unidos
 Director: David O. Russell
 Guion: David O. Russell (Libro: Matthew Quick)
 Música: Danny Elfman
 Fotografía: Masanobu Takayanagi
 Reparto: Bradley CooperJennifer LawrenceRobert De NiroJacki  WeaverChris Tucker,Matthew RussellJulia StilesAnupam KherJohn OrtizShea WhighamBrea Bee,Dash MihokPaul HermanBonnie AaronsLuisa DiazSamantha Steffen
 Productora: Mirage Enterprises / The Weinstein Company






martes, 14 de febrero de 2017

ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN RECUERDO









 Se recomienda escuchar a Jon Brion mientras se lee.


“Bendito sea el que olvida, porque a él pertenece el paraíso.”
Nietzsche 



Apoyada en mi cama, la misma que la noche anterior sirvió de sillón para los invitados de la que sería una de mis grandes borracheras, siendo un 14 de febrero, enciendo la televisión y me dispongo a ver Eterno resplandor de una mente sin recuerdo. Recién había terminado un pololeo de tres años, y mi idea era acostarme, cual mujer despechada, a ver una película que me ayudara a purgar la pena que no había llorado. Mis amigos antes de que todo pasara, me habían recomendado la obra de Charlie Kaufman y Michele Gondry, e ilusamente tomé la sugerencia el peor día del año.

La película comienza  un 14 de febrero del 2004. “Una celebración inventada por los fabricantes de las tarjetas de felicitaciones, para que la gente se sienta hecha polvo”, exclama Joel, el personaje principal. Frase a la que asentí rabiosamente, sin saber que después de terminar el film, esa ira se transformaría en un sollozo desgarrador, acompañado de la frase: ¡Mátenme!

La historia  aparenta ser el relato común de dos personas que se conocen arbitrariamente para enamorarse. Sin embargo, al transcurrir los minutos la trama se complejiza. La pareja que se encuentra por casualidad, en realidad había  mantenido una relación por dos años aproximadamente, pero lo habían olvidado todo. Tras la ruptura Clementine, el personaje femenino, decide acudir a Lacuna Inc. - clínica que se especializa en borrar recuerdos - con el propósito de eliminar a Joel de su mente. Éste tras enterarse de lo acontecido decide hacer lo mismo, sin embargo, en medio del procedimiento se resiste al reconocer que así eliminaría también los más hermosos recuerdos de su pasado. Pues Clementine, la insoportable Clementine, también fue la adorable con quien pasó más de un momento de extrema felicidad. En este punto, la obra comienza a indagar con gran maestría estética en los espacios mentales del personaje. Gondry piensa en colores, Kaufman escribe en imágenes y ambos construyen a través de cada cuadro aquellos detalles  que por ordinarios son memorables. A todo esto se le suma la sensible música de Jon Brion, quien termina por configurar la inquietante atmósfera que propone el director.

  El atractivo de la cotidianidad presentada por Gondry fue como una patada en el pecho. La noche anterior había brindado por dejar atrás una rutina que me parecía horrorosa,  había escupido sobre ella o vomitado para ser honesta, sin embargo, no pude seguir pensando lo mismo. Parte de la maestría del director pasa por hacernos creer que esos espacios íntimos nos son propios, por ello confieso que en un principio odié a Joel y sus recuerdos. Odié su letargo, odié "sentirme un concepto" y odié mi cabellera que en nada reflejaba mis sentimientos de sábado por la noche. Entonces, pensé que era justo y necesario llevarlo “azul –ruina” igual que Clementine, pero gracias a Alá desistí de aquél cliché y sólo me quedé con las lágrimas.

Sucede que me había sumergido en una relación que fue maravillosa literalmente hasta el hastío. Luego de un tiempo creo que me transformé en la odiosa Clementine y U en Joel. Al menos eso pensé. Rememoré mi borrachera del día anterior, la que fue impulsada por los mismos sentimientos de Clementine al asistir a Lacuna Inc. Luego me vi jugando en la cama con U, les juro que ese momento, incluso hoy me cala hasta los huesos. Entonces, resonaron en mí las palabras de mi noble hermano, quien un tiempo atrás me había dicho: ¿Sabías que la etimología de recordar (re – cordis) contiene la idea de volver a pasar algo por el corazón? ¡Volver a pasar por el corazón!...Respiré profundo, pero no logré evitar lo que a esa altura me era insoportable. La película había gatillado en mí la odiosa obsesión por traer a la mente los más tiernos recuerdos de U. Los bailes que improvisábamos en solitario, sus brazos largos rodeándome con ternura, su obstinada intención por tocar guitarra, su mirada bajo las sábanas, el futuro inventado.  Pensé “por qué me enamoro del primer hombre que veo y me toma la más mínima atención”. U a esa altura me parecía un extraño, pero había posado sus ojos en mí y eso bastó para quebrarme.

Luego de esa noche veté la película de mi filmografía. Sin embargo, por culpa de este blog volví a ella, pero esta vez no lloré, sólo pude observarla desanimada. Habían desaparecidos esos sentimientos, ahora le pertenecían a otro, ese es I, y esta vez no me es posible realizar un símil entre mi historia y la película, quizás porque nunca logramos erigir una historia. Entonces intenté pensar en algo bonito que nos uniera, pero nada encontré o tal vez simplemente no quiero recordar. ¿Qué me queda?  - pensé- y exclamé en voz alta “soy una zorra vengativa”, y al igual Clementine olvidar es mi amenaza.




Amor y cabritas
Nos vemos el próximo martes.



FICHA TÉCNICA

Dirección: Michel Gondry.
País:
 USA.
Año: 2004.
Duración: 108 min.
Interpretación: Jim Carrey (Joel Barish), Kate Winslet (Clementine Kruczynski), Kirsten Dunst (Mary Svevo), Mark Ruffalo (Stan), Elijah Wood (Patrick), Tom Wilkinson (Dr. Howard Mierzwiak), Thomas Jay Ryan (Frank), Jane Adams (Carrie), David Cross (Rob), Ryan Whitney (Joel joven), Lola Daehler (Clementine joven).
Guión: Charlie Kaufman; basado en un argumento de Michel Gondry, Charlie Kaufman y Pierre Bismuth.
Producción: Steve Golin y Anthony Bregman.
Música: Jon Brion.
Fotografía:
 Ellen Kuras.
Montaje: Valdís Óskarsdóttir.
Diseño de producción: Dan Leigh.
Dirección artística: David Stein.
Vestuario: Melissa Toth.






sábado, 4 de febrero de 2017




DE AMOR Y CABRITAS


Muchos presumen tener una banda sonora de su vida, bueno, yo me jacto de tener una “banda” cinematográfica de mis relaciones amorosas. Me veo junto a ellas a las tres de la mañana, esperando que llegue aquél que me hará dormir, llorando tras terminar una relación o pavoneándome por creer estar en el momento perfecto.No soy una especialista en cine, por lo tanto, poco me importa que la película sea mala o buena, para mi depende del momento y del secreto que guardamos juntas.

Como todos, suelo buscar en ellas semejanzas y respuestas respecto a lo que estoy viviendo, indagando en aquello tan huidizo como es el amor. Un día soy Clementine otro Iben, y sonrojándome puedo decir que más de una vez he sido Bridget Jones, pero “nunca – nunca” Amélie. 

Acabo de cerrar un ciclo de lo que fue la historia más tormentosa en la que me he sumergido – si a eso pudiese llamar historia-, y como es natural o como me es natural, vuelvo a escrudiñar en las películas para descubrir algo que no tengo claro y de paso encontrarme. Porque uno se pierde y con urgencia necesito realizar un mapa escrito en imágenes. Hoy comienzo un nuevo plano, uno que me llevará a un principio, desde el primer amor al último desamor. No busco generar una cronología, sino recorrer nuevamente esos lugares, reconocerlos y tal vez, sólo tal vez, aprender algo.

Pues bien, si las películas son las responsables de la distorsión de aquello que llamamos amor, merecemos de ellas una respuesta.

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