sábado, 4 de febrero de 2017




DE AMOR Y CABRITAS


Muchos presumen tener una banda sonora de su vida, bueno, yo me jacto de tener una “banda” cinematográfica de mis relaciones amorosas. Me veo junto a ellas a las tres de la mañana, esperando que llegue aquél que me hará dormir, llorando tras terminar una relación o pavoneándome por creer estar en el momento perfecto.No soy una especialista en cine, por lo tanto, poco me importa que la película sea mala o buena, para mi depende del momento y del secreto que guardamos juntas.

Como todos, suelo buscar en ellas semejanzas y respuestas respecto a lo que estoy viviendo, indagando en aquello tan huidizo como es el amor. Un día soy Clementine otro Iben, y sonrojándome puedo decir que más de una vez he sido Bridget Jones, pero “nunca – nunca” Amélie. 

Acabo de cerrar un ciclo de lo que fue la historia más tormentosa en la que me he sumergido – si a eso pudiese llamar historia-, y como es natural o como me es natural, vuelvo a escrudiñar en las películas para descubrir algo que no tengo claro y de paso encontrarme. Porque uno se pierde y con urgencia necesito realizar un mapa escrito en imágenes. Hoy comienzo un nuevo plano, uno que me llevará a un principio, desde el primer amor al último desamor. No busco generar una cronología, sino recorrer nuevamente esos lugares, reconocerlos y tal vez, sólo tal vez, aprender algo.

Pues bien, si las películas son las responsables de la distorsión de aquello que llamamos amor, merecemos de ellas una respuesta.

PLAY

No hay comentarios.:

Publicar un comentario